Los activos digitales son recursos de carácter intangible, como imágenes, documentos, videos y páginas web. Sin embargo, hay activos digitales que no son propiedad de la empresa, pero que de igual manera le reportan ingresos, como los anuncios online. Como todo activo, tienen valor monetario.
De acuerdo con un estudio realizado por la plataforma Bynder, se calcula que el mercado de gestión de activos digitales alcance un valor de más de 8.000 millones de dólares para 2026, como resultado de la transformación digital y de la aceleración impulsada por la pandemia. De allí que hoy más que nunca sea necesario saber contabilizar estos activos.
El objetivo principal de los estados financieros contables es proporcionar una imagen precisa de la situación financiera de una empresa, un verdadero desafío en el caso de los activos criptográficos debido a su volatilidad. Por esa razón, muchos consideran que deben medirse a un valor razonable según las ganancias o las pérdidas que reporten.
Para los activos intangibles se establecen indicadores de actuación como forma de medición. Formatos de evaluación como las encuestas o las entrevistas grupales permiten recolectar información sobre el valor de los activos intangibles. Con estas herramientas se obtienen indicadores para medir la satisfacción del cliente, el valor de la imagen de la marca o la felicidad de los empleados, por citar algunos ejemplos.
Entre los activos digitales están los documentos electrónicos, las hojas de cálculo, los correos electrónicos, los gráficos, las ilustraciones y las criptomonedas, entre otros. Sin embargo, todavía hay dudas en las empresas sobre si agregar o no los activos digitales en el balance general.
En Chile lo primero que se debe tener en cuenta es que los activos digitales cumplan los requisitos establecidos por las NIIF para considerarse como activos. En primer lugar, deben ser controlados por la entidad como resultado de sucesos pasados y, en segundo lugar, debe generar beneficios económicos. El Servicio de Impuestos Internos (SII), mediante el Oficio N° 963, del año 2018, explica su tributación y regula su uso.
En el caso de las criptomonedas, no pueden considerarse efectivo en los estados financieros, pues no tienen respaldo por gobierno alguno ni se consideran moneda de curso legal. Y cuando se trata de auditorías de activos digitales, estos incluyen, además del software, la comunicación digital y toda herramienta que genere valor.
Toda esta situación conduce a una realidad: a la industria de la contabilidad le queda todavía pendiente establecer normas claras para la gestión de los activos digitales. Mientras tanto, las empresas modernas deben reconocer la importancia de proteger todos sus activos digitales hasta que las prácticas contables permitan manejarlos correctamente.
El Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB) publicó en 2022 la SIC-32 Activos Intangibles-Costos de Sitios Web. Se trata de una guía de interpretación sobre la declaración de los activos digitales en la contabilidad, siempre y cuando cumplan los requisitos para ser considerados como tal, establecidos en la NIC 38 (Norma Internacional de Contabilidad).
A continuación se enumeran algunos de los desafíos sobre los activos digitales que las empresas deben considerar para tener una mejor auditoría contable:
Seguimiento de compras individuales
En el caso de las criptomonedas, se gravan de forma similar a las acciones. Por este motivo, las empresas deben realizar un seguimiento de sus compras individuales y la base del costo de esos activos.
Las fechas de compra y venta, la base del costo (valor original o precio de compra del activo) y el tamaño de la transacción de cada uno de los activos digitales deben rastrearse y compararse como lotes separados. Lo mismo debe hacerse con el valor razonable (estimación del precio del activo en el mercado) y el valor en libros (valor del activo en el balance de la empresa).
Contabilización de pruebas de depreciación
La depreciación se refiere a la desvalorización de todo activo con el paso del tiempo. Para calcular la depreciación, la empresa debe comparar el precio de compra del activo digital con el valor actual del mercado. Debido a que los precios fluctúan constantemente, las empresas deben realizar el análisis de depreciación anualmente para mantener su informe actualizado.
Los lotes (la forma de agrupar los activos financieros) pueden adquirirse en cualquier momento y lo correcto sería atribuirle un valor de mercado posterior a la compra. En consecuencia, el activo debe someterse continuamente a pruebas de depreciación hasta que se venda.
En Chile se presentó un proyecto de ley en el que se dispone que los contribuyentes que declaren impuesto de primera categoría sobre rentas efectivas y que adquieran, entre junio de 2020 y diciembre de 2022, activos intangibles destinados al desarrollo de la empresa, puedan depreciar esos activos de forma instantánea sin necesidad de esperar imputación a utilidades futuras.
Desafíos de los préstamos criptográficos
En el caso de los préstamos se contabiliza su valor razonable o la estimación racional del precio en el mercado. Si el valor razonable del activo prestado aumenta, el pasivo también. Si el valor razonable disminuye, lo mismo sucederá con el pasivo, pues son directamente proporcionales. Por consiguiente, resulta complejo para las empresas explicar a los inversionistas cómo funciona su negocio y la situación financiera real de la compañía.
También es importante precisar que los activos digitales son fines de inversión que suelen considerarse de capital a efectos fiscales. Estos activos digitales siguen normas fiscales que, casi siempre, cambian de acuerdo con la jurisdicción.
Conclusiones:
Los activos digitales son muy volátiles. El constante análisis de su depreciación, su rastreo como intangibles y la evaluación en el mercado son un desafío para el mundo contable. Aunque hay aproximaciones para calcular su valor en el balance general, se necesita una normativa más clara.