Como abogada francesa calificada con experiencia en derecho fiscal internacional, actualmente soy socia de TGS FRANCE AVOCATS, el bufete de abogados del Grupo TGS FRANCE. Antes de incorporarme a TGS FRANCE, fui socia de un bufete boutique, donde tuve el privilegio de dirigir un equipo fiscal exclusivamente femenino.
Lo que nos atrajo a mí y a mi socia, Marylène Bonny-Grandil, a TGS FRANCE fue el compromiso del Grupo de promover la diversidad de género. Estábamos decididas a unirnos a una firma que valorara las contribuciones de las mujeres y evitara perpetuar la mentalidad tradicional de «club de viejos muchachos».
Desde mi incorporación a TGS FRANCE AVOCATS, he aplicado activamente la estrategia de crecimiento internacional del Grupo, sobre todo en su oficina de París. La cultura emprendedora del Grupo y el apoyo de su consolidada matriz francesa nos han proporcionado la flexibilidad y los recursos que necesitamos para triunfar.
Bajo el liderazgo visionario del Consejo de Administración y de nuestra managing partner, Laurence Vernay, nos estamos embarcando en un nuevo y emocionante capítulo de crecimiento y expansión. Como persona a la que le gustan los proyectos ambiciosos, los retos que tenemos por delante me llenan de energía.
A diario asesoro a particulares, organizaciones sin ánimo de lucro y empresas en asuntos fiscales internacionales. Dada la naturaleza en constante evolución de la legislación fiscal, es esencial abordar cada caso con rigor y mantener una comprensión exhaustiva de las circunstancias únicas de nuestros clientes. Me satisface enormemente combinar los aspectos técnicos intelectualmente estimulantes de mi trabajo con la oportunidad de establecer relaciones sólidas y de colaboración con nuestros clientes.
Por supuesto, nada de esto sería posible sin la contribución de mi excepcional equipo. Desde que me incorporé a TGS FRANCE, hemos duplicado nuestro tamaño (¡e incluso hemos añadido algunos miembros masculinos al equipo!). Hemos creado un ambiente de apoyo, entusiasmo y trabajo que nos impulsa cada día a afrontar nuevos retos y oportunidades.
Todos los días deberían ser el Día de los Derechos de la Mujer. Aunque el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, sirve de recordatorio mundial para evaluar los avances en materia de igualdad de género, es importante recordar que esta cuestión no puede relegarse a un acontecimiento que se celebra una vez al año. Por el contrario, debe centrarse en cómo vemos el mundo y nuestras interacciones diarias.
Soy optimista y creo que se está produciendo un cambio de mentalidad global, en el que la sociedad cuestiona cada vez más el statu quo y busca respuestas más honestas. A pesar de la persistente opinión de que la igualdad de género puede tardar cientos de años en alcanzarse, creo que el impulso de este cambio se está consolidando y que el progreso real está al alcance de la mano.
Por supuesto, el progreso social nunca es un camino lineal. Pero el efecto bola de nieve de un cambio de mentalidad es inevitable, y estamos preparados para un cambio significativo en breve. Para mí, eso es motivo de esperanza y optimismo, no sólo en el Día Internacional de la Mujer, sino todos los días.
Las disparidades de género adoptan muchas formas en el lugar de trabajo, desde la desigualdad salarial y la falta de oportunidades de ascenso hasta las microdiscriminaciones cotidianas. Las empresas, los compañeros de trabajo y los jefes que perpetúan estas desigualdades deben ser denunciados de todas las formas posibles, en función de las vías de actuación disponibles.
Según mi experiencia, también existe el trabajo «invisible», que recae desproporcionadamente sobre las mujeres. Esto implica a menudo asumir responsabilidades fuera de la descripción oficial del puesto de trabajo, que pueden necesitar ser reconocidas y valoradas. Las mujeres deben estar atentas para evaluar sus contribuciones y asegurarse de que reciben el reconocimiento y la promoción adecuados.
Aunque las diferencias de género en el lugar de trabajo persisten, creo que son reliquias de una época pasada. La nueva generación de profesionales de la empresa, tanto hombres como mujeres, está traduciendo el cambio de mentalidad global hacia la igualdad de género en una evolución concreta.
Todos debemos seguir alzando la voz, desafiar el statu quo y avanzar hacia un futuro más equitativo. Aunque ser realistas sobre nuestra situación actual es esencial, no debemos obsesionarnos con ella. En su lugar, debemos centrarnos en nuestros objetivos y pasar a la acción para crear un cambio significativo.
Mi consejo no es sólo para las mujeres, sino también para los hombres que inician su carrera profesional. El cambio vendrá de un cambio de perspectiva sobre lo que es aceptable en el lugar de trabajo para todos.
Ante todo, es esencial que los jóvenes que se incorporan a la vida laboral aspiren a ser los mejores profesionales que puedan ser. Mantengan la curiosidad y esfuércense por crecer continuamente en su campo.
A la hora de elegir un lugar de trabajo y la gente con la que trabajar, busca personas cuyas vidas te gustaría emular en los próximos años. Estos son algunos aspectos que debes tener en cuenta al incorporarte a una empresa:
-¿Las mujeres y los hombres con los que trabajas concilian saludablemente su vida personal y profesional?
-¿Tu lugar de trabajo prioriza el trabajo que realizas, o se preocupan más por cuánto tiempo pasas en tu escritorio o conectado a la intranet?
-¿Recibes regularmente comentarios sobre tu trabajo y puedes hablar de tus próximos pasos profesionales con tus superiores?
-¿Está mal visto el tiempo libre o familiar o se reconoce como esencial?
Ningún lugar de trabajo es perfecto, pero las empresas adecuadas entenderán que la igualdad de género y un lugar de trabajo saludable van de la mano. Apreciarán los comentarios sobre cómo mejorar las cosas, así que no tengas miedo de hablar.
Tenemos que ser el cambio que queremos ver, pero lograr la igualdad de género es un esfuerzo colectivo. Así que asegúrate de buscar la tribu adecuada a la que unirte.
